Adiós mi amigo, me despido con gran pesar. Adiós mi hermano, hasta siempre, seguro nos habremos de encontrar. Adiós maestro, adiós; te llevas tus múltiples niveles y grados, hubo tanto que hablamos y tanto que quedó por decir. Serás ejemplo de valentía y constancia. Te fuiste el primero de mes, vi tu cuerpo inmóvil el día dos.

¿Qué pensabas ésta última semana? ¿Qué ideas pasaban por tu mente? ¿Te quedaban deseos y anhelos para quienes nos dejabas atrás? ¿Podremos nosotros a caso enfrentar la muerte como lo hiciste tú?

De hospital en hospital, de cama en cama, finalmente te hartaste y regresaste a tu casa. Con la mirada en el horizonte mandaste a todos callar, hasta la morfina rechazaste ¡Cuánto dolor hubo mi amigo! ¡Qué manera de apagar el miedo al dar el paso final! Teniendo la muerte lamiéndose a la cara, tan cerca, tan íntima ¿Tendremos tal vez esa misma resolución? Irte así, sin llanto doloso, sin miedo ni culpas, con la quijada firme y serenidad en tu mirada ¿Podremos todos irnos así cuando tengamos que atender el inevitable llamado? Sin temblar, en pie y en orden, te fuiste.

Hablaba contigo hace tan poco y tu repentino silencio me hizo presentir; después la inevitable llamada… “Amigo… Lucio ha muerto”; el llanto de tu mujer, de tus amigos, de tus hermanos, de tus hijos, de tu señora madre, de todo tu universo, ahí, en un solo instante, llovió…

Estabas ahí, en tu caja, en lo que fuera tu cuerpo, tan mudo como nunca lo fuiste, tan quieto como nunca pudiste. Hacer la guardia, decirte adiós con tan pocas palabras, para que venga el silencio de las últimas tres luces que se apagan.

“Descansa mi hermano, descansa; descansa mi amigo, descansa; descansa Lucio, descansa; tu trabajo ha terminado, de lo demás, de lo que falta, a quienes dejas atrás para luego alcanzarte, nosotros nos haremos cargo. Descansa.”

Ignea Natura Renovatur Integra. Maestro Lucio Peña Romero, hasta siempre, descansa en Paz. Virtus Junxit Mors Non Separabit.