Herramientas II – Martillo

Una de las herramientas fundamentales dentro del ritual masónico es el martillo. Simbólicamente y de manera simétrica con símbolos religiosos de diversas culturas, éste representa la fuerza y el poder. Si seguimos el cliché se entiende como “la fuerza subyugada por la razón”; frase sintética acerca de un desarrollo más extenso ¿Qué significa entonces esta fuerza subyugada por un concepto tan esquivo como la razón?

Diversas culturas e historias mitológicas confieren al martillo o mazo una presencia relacionada con el dominio, con una fuerza formadora, generadora, así como también destructiva y reformadora. Entendamos pues que con el martillo se obtienen formas o se erradican las mismas por la acción de fuerza. No es gratuito que una de las primeras herramientas de las que se busca dominar sea precisamente el martillo, especialmente porque, siendo la intención trascendente la comunión con la divinidad, podemos remitirnos a primera de Reyes 6:7 – Para levantar el templo, las piedras usadas en su edificación habían sido previamente labradas, cuadradas, de tal manera que no se escuchó ningún ruido ni golpe de martillo o de cualquier otra herramienta mientras se construía.

Domus autem cum ædificaretur, de lapidibus dolatis atque perfectis ædificata est: et malleus, et securis, et omne ferramentum non sunt audita in domo cum ædificaretur.”

Nova Vulgata, Bibliourum Sacrorum Editio
http://www.vatican.va/archive/bible/nova_vulgata/documents/nova-vulgata_vt_i-regum_lt.html

¿Qué tiene que ver esto con el martillo simbólico? Las piedras labradas en primera instancia fueron golpeadas y talladas por diferentes herramientas, siendo la primera el mazo, martillo o martillo picapedrero, para remover (desbastar) y formar (ordenar) hacia el ideal que hiciera dignos esos materiales para la edificación del templo en cuestión. El martillo es la primera herramienta cuya intención es traer orden, formar y reformar, hasta lograr una disposición que permita contribuir a una edificación en donde habita o habitará aquello que llamamos divino.

¿Cómo se relaciona esto con el cliché de la frase citada? Si el martillo es una fuerza subyugada por un elemento abstracto ¿Cómo cobra realidad dentro del ritual simbólico? Porque el martillo o la fuerza son elementos concretos objetivos, medibles. Mientras que la razón es un elemento abstracto.

¿Sobre qué o quién se usa el martillo? ¿Para qué? “Para pulir las aristas de nuestro carácter” ¿Cómo? “Dándole golpes” ¿Cómo? Aquí se hace mención solamente de la fuerza bruta, de un elemento represivo que al final sólo intenta erradicar el instinto, y censurar el instinto no es el objetivo; no se trata de negar la naturaleza propia de los seres. De lo que se trata es de darle forma, de darle orden; que los instintos, que los impulsos encuentren el cauce debido para que ofrezcan una utilidad concreta, para que se puedan usar.

¿De qué sirve una instrucción prohibitiva? ¿De qué sirve un molde arbitrario de buenos y malos, de afirmaciones y negaciones? La fuerza debe servir para lograr un ideal, la fuerza debe ser el medio para ordenar en el caos de los sentidos, de los arrebatos, de los impulsos, de los instintos, y dar forma, recrear. Se ordena lo informe a través del martillo porque hemos visto, o tenemos una idea de lo que queremos conseguir. Así entonces “la fuerza subyugada por la razón”.

El ideal iniciático, por lo menos dentro de la masonería, es alcanzar la comunión con aquello que llamamos divino. En nuestro estado natural y en contacto con la sociedad humana, los seres nos cubrimos de elementos ajenos y que exaltan o reprimen rasgos y características en función de su utilidad en un momento determinado y arbitrario. Nos llenamos de prejuicios, de ideas preconcebidas cuyo origen y utilidad desconocemos; somos ignorantes de muchos aspectos de las diferentes esferas en las que nos movemos; vamos ciegos y persiguiendo metas y objetivos que a veces no nos pertenecen; nos han instruido y educado para alcanzar estados, objetos y estratos que no comprendemos bien cómo es que existen o cómo es que están ahí. De la misma manera los impulsos inherentes al ser, los instintos, son encausados o reprimidos de acuerdo a una utilidad que a veces no es la nuestra.

El martillo simbólico apremia su uso diestro para traer comprensión, para dar forma antes de intentar comunidad con la divinidad, no ya por su fuerza devastadora, mas por el hecho de poner orden en lo informe y comenzar a formar con miras a los deseos verdaderos de los iniciados. Con el martillo comienza el acto de dominio, se perfila y se concreta en la instrucción propia, en el estudio.

Es muy fácil confundir su fuerza con el deseo socializado de reprimir o esterilizar aquello que nos han enseñado que no es conveniente. Es muy fácil creer que el martillo sirve sólo para golpear y aplastar aquellas características “indeseables”, aquellos impulsos indecibles. Pero el martillo no se usa para hacer a todos los seres iguales, se usa para traer el orden más allá del templo, fuera de él, para lidiar con lo  mundano y lo material. No se usa para despreciar, se usa para trasformar; no para discriminar, sí para reformar.

El iniciado aprende y aprenderá que es inútil exterminar a golpe de martillo aquello que consideramos malo, indomable, instintivo, o de “baja pasión”. El iniciado aprende y aprenderá a lidiar también con eso, a vivir con ello, a transformarlo y usarlo, a sanarlo; a traer luz y centella en la tiniebla profunda, a dominar lo blanco y lo negro, la materia y el espíritu. Se inicia entonces éste dominio con el martillo simbólico, con su acción inicia la transmutación.

Usar el martillo en lo cotidiano no tiene nada que ver con la restricción, pero sí con la exploración y la manifestación de nuestras emociones ¿Qué forma es esta con la que estoy lidiando? ¿Es ésta la forma que deseo? ¿Es ésta forma la que me permite alcanzar lo que deseo? ¿Qué forma es la adecuada para mí? ¿Es éste quien soy en esta situación determinada lo que más conviene en mi actividad y desarrollo? Este soy yo en reacción a un estímulo o panorama específico ¿Este soy yo? ¿Qué o quién hay detrás de esto? Fuera del recinto sagrado ¿Esta es la forma y orden que necesito para entrar o acceder, para lograr lo que realmente quiero? En el mar impasible de la vida moderna el martillo habrá de traer orden, comprensión, recreación, formación.

En solitario derrumba conceptos, deforma, quiebra. Es el primer esfuerzo en una carrera tan larga y corta como cada quien decida de manera consciente y consistente. Asiendo el símbolo inician las primeras preguntas, esos elementos tan importantes que van conduciendo la mejora, la evolución y la trascendencia. Posteriormente irán interviniendo en el trabajo otros elementos y herramientas, acompasados siempre y relacionados con esa primera decisión de forma, reforma o recreación.

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