Un ciclo más termina y otro también comienza. Dejemos donde se debe el pasado. Son los finales y los principios realmente necesarios. Para quienes persiguen en su mente las consecuencias de los finales y los comienzos, he de decir que debemos comprenderles correctamente.

Los finales son inevitables y necesarios, todo lo que tiene un principio necesariamente debe tener un final; sin embargo, lejos de una postura catastrófica, el verdadero arte consiste precisamente en convertir el final en renacimiento.

Quienes se resignan al inevitable final sólo desaprovechan la maravillosa oportunidad de regeneración. Así en el trabajo, con el dinero, las relaciones, el amor y la superación. Finales son oportunidades de regeneración, de transformación y de cambio.

Todo pasa y es transitorio, pues el movimiento es perpetuo al igual que el cambio. Químicamente cuando un sistema entra en equilibrio, sobreviene o se conoce la muerte. Quienes en novela literaria o personal viven con terror los finales, pues visualizan el vacío y la pérdida irremediable, es porque desconocen o ignoran los ciclos de renovación y renacimiento. Se renuevan siempre los votos a voluntad, así como también a voluntad se puede decidir extinguirlos. Pero es sólo eso, voluntad, no ya la marejada invisible e imaginaria del destino “cruel”.

Así también los amantes pueden renovar su llama, así también el maestro renueva su vocación de aprendiz, así mismo quien labora, compite, gana y después pierde. Así también convocamos oportunidades de renovado aprendizaje, de visualización, de perspectiva.

Hoy por hoy, no habitan mejores hombres en nuestro taller de los que son posibles, hoy por hoy se levanta y renueva, como cada año Tolocan 33. Habrá también quienes debamos caminar nuestro propio desierto con el objeto de buscar y encontrar.

Bienvenidos los ciclos y su renovación perpetua.