También hay risas al final
No malentiendo la desgracia, no soy ajeno a las pérdidas, ni a las voces que sólo suenan ya en mi recuerdo y alma; a las ausencias incorregibles, a las manos que afanan en vano las visiones que nos traen los sueños en las insomnes madrugadas. Las conozco bien todas ellas y otras más que escapan a mis dedos y palabra.