De cero a tres y treinta y tres

Creo que a veces lo que realmente extraño son estos conjuros de media noche, estas disertaciones hasta entrada la hora de las brujas, la creación mediante la enunciación precisa, la invocación de lo invisible y su captura, su arresto en palabras.

Dentro o fuera del templo, echo de menos las cacerías en obscuras avenidas y callejones, la seductora persecución y su conclusión siempre satisfactoria, alivio de los males, de los días de la tierra.

De cero a tres y treinta y tres araña uno esa delgada fabricación de cristal molido y aire caliente, esa amalgama del agua vaporosa y el pedernal, de la cacofonía convertida en ecos decrecientes, materia de sueños y pesadillas, cubiertas de sudor, adornadas con la taquicardia residual de una buena carrera, de una victoria indecible, de una pérdida gloriosa.

De cero a tres y treinta y tres, los vapores del alcohol combustible recorren y se arremolinan como tiernos y pequeños gatos refugiados del frío de las madrugadas, del rocío que lame las paredes ¿Cómo viene la muerte? ¿Quién habita el septentrión? ¿Quién manda realmente el medio día? Preguntas idiotas para los reinos del sol, preguntas que nutren antes de la dorada aurora. A veces propietarios de diversa sacralidad coinciden, a veces se increpan y dibujan líneas en la tierra húmeda y tímida de los pasos irrevertibles, firmes, contrarios, soberbios.

Extraño eso, manotear en la noche sin luna y encontrar a veces otras manos que aletean en la obscuridad, encontrar las canciones de la madrugada, encontrar otros ojos que miran perplejos, tristes o a veces agradecidos, la gran puesta en escena, la gran obra, el teatro, el tablado, los surcos que dejan las estrellas que todos piensan inmóviles ¿Has visto hoy el cielo con las damas? Se mueve, gira, se detiene, se precipita, se oculta y se pierde, aparece de nuevo en los cuerpos de agua negra, se muere en las olas, renace en la espuma ¿Has visto hoy el cielo entre las negras figuras? ¿Has alargado la mano para tomar uno de esos brillantes destellos y verlo destruirse entre tus dedos?

Al final sólo queda la respiración ¿Respiras porque quieres? ¿Respiras porque es la respiración algo que te pasa? ¿Respiras porque eres eso? ¿Respiración? Ven a jugar, ven de cero a tres y treinta y tres ¡Vamos! Muérete un poco. Prometo aventarte al precipicio.

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