Herramientas I – Objeto y reglas.

Dentro del estudio de los símbolos y su aplicación práctica, la presencia de las herramientas es constante. Las herramientas masónicas toman presencia dentro del ritual pues por medio del objeto simbólico, de su representación, se efectúa trabajo.

¿Por qué es tan importante esta presencia constante? Asir o tomar cada herramienta y desempeñar con ella un trabajo en específico de forma ritual lleva una posesión y manifestación de presencia, cuya intención es dirigida por lo que significa cada elemento, cada herramienta. ¿Pero qué no es simbólica su aplicación? ¿Realmente podemos creer que quien toma en sus manos un martillo y sólo reflexiona en el elemento mismo que toma desempeña un trabajo específico?

Como en la infancia, cuando se simula a través de una vara a una espada, o se simula fuego, balas, alimentos, vehículos o cualquier elemento imaginario específico, pactos entre infantes, sucesos entre infantes, se convoca realidad concreta. Las personas infantes no buscan evadirse a través de éstos objetos, es más bien que a través de estos objetos y fetiches, de esos juguetes toman realidad, y quienes juegan adquieren y toman posesión de presencia real en ese momento de recreación. Es a través del objeto concreto, de las palabras precisas, de las actitudes correctas que el juego adquiere realidad e introduce a las personas nobeles a un mundo que están por conocer.

La reflexión sobre las herramientas, su función en el ritual y su uso adecuado debiera funcionar de la misma manera, son fetiches que se toman y cumplen una función en la recreación del propio universo. En ese acto las normas o reglas para cada elemento tienen un valor esencial que los iniciados deben interiorizar y aplicar en la vida cotidiana. En este sentido, podemos tomar por ejemplo lo que señala Mo ti:

En el mundo, para cualquier cosa que quieras hacer, necesitas seguir algunas reglas. Jamás se ha podido alcanzar cosa alguna si no es ajustándose a las reglas. Los letrados, los generales y ministros más eminentes tienen sus reglas de conducta. Los más hábiles artesanos de todas las artes tienen sus reglas. Todos ellos usan la escuadra para cuadricular y el compás para redondear, la cuerda para rectificar y la plomada para enderezar. Lo mismo los más hábiles, que los torpes artesanos usan estas cuatro reglas. Sin ellas, los más hábiles podrían acertar, pero no los torpes. Pero estos, con ellas, pueden superar su torpeza. Así, pues, todos los artesanos trabajan tomando como norma sus reglas. En el arte de gobernar, sea el imperio, sea un estado, sin ajustarse a regla alguna, no se podrá lograr la perfección que consiguen todos los artesanos en sus obras.”

Mo Ti “Política del Amor Universal”

La masonería como escuela de pensamiento se aleja de la ideología y de los dogmas privilegiando el constante cuestionamiento. La duda, aún siendo un principio en la formación de los iniciados, debe de servir para algo, tener utilidad clara, conducir y horadar ¿En este sentido no se contraponen entonces los simbolismos de las herramientas y las normas que involucran su uso?

Siendo elementos simbólicos específicos que evocan conceptos concretos ¿No se corre el riesgo de generar una educación limitada, represiva? Si tenemos en consideración que el estudio de estos elementos debe de ser desarrollado por el iniciado en la soledad de su conciencia, no lo creo. Pues lo importante no es, en este caso la herramienta, o cómo la usa el obrero simbólico; lo sustantivo es que, dentro de las esferas de su carácter, de su trabajo en el medio económico y social, político y familiar; es libre de aplicar o no, lo aprendido; es libre de profundizar o no, su estudio; es libre de dirigir como guste su vida completa ¿Entonces de qué sirve el estudio si los resultados son variables?

La utilidad depende del trabajo personal de cada quien, aunque ciertamente, a través del estudio del símbolo y su aplicación en eterna posibilidad, fuera del taller, las omisiones o errores en su disciplina o aplicación son entera responsabilidad y conciencia del ejecutante.

En términos del objeto concreto, las herramientas se van utilizando de forma gradual, se presentan y se estudian tomando en cuenta lo sencillo o complicado de cada labor. Se otorgan de acuerdo al mérito, se entregan buscando que estas ayuden y motiven efectivamente el trabajo relacionado con cada elemento. Se explican las normas, las reglas de su uso, el ideal siempre presente como la referencia de lo que puede ser, el resultado esperado de cada acción.

Recordemos, y tengamos por cierto que la instrucción masónica está relacionada con un acto de dominio y su búsqueda a través del manejo virtuoso de los elementos que integran el acto ritual; acto repetitivo, simbólico y cuya interpretación está encaminada a la recreación, al cambio, la reforma, el exterminio, la purificación y la transmutación. Para alcanzar precisamente cada uno de los procesos mencionados es necesario el conocimiento del objeto y su utilidad, su participación.

En este sentido, son las herramientas como objeto, las normas que involucran su uso y el momento en el cual se otorgan, los elementos rituales más prácticos sobre los cuales es posible reflexionar y encaminar el descubrimiento para cada participante en el acto sagrado. Toman forma y empoderan gradualmente en la medida de su entendimiento y uso ¿Para qué?

Recordemos y tengamos por cierto que, para quienes participan del acto ritual, independientemente de los variados objetivos personales y de las circunstancias particulares de cada quien, se busca la mejora y perfeccionamiento, están en virtud para que, a través de su ejercicio, venga el dominio que se espera en cada una de las esferas consideradas por el individuo y que encuentran eco en la colectividad congregada. Motivo por el cual, además, las normas o reglas encuentran uniformidad; pues sirven primeramente para la recreación que se obtiene a través del acto sagrado y nuestra relación con lo divino.

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