Hablamos en cortos ayeres, con tu acostumbrada sonrisa; sonrisa amable, afable, y vuestra mirada de compasión permanente, atenta mirada, honesta y brillante.

Me enseñaste la primera gran lección en éste camino que uno escoge, que uno busca en esas búsquedas secretas e interminables; la compasión y la fuerza, la verdad y la belleza, la honestidad y el candor.

Primer maestro para todos quienes comenzamos a trazar nuestro camino en esta eterna guardia, en este eterno trabajo. Maestro de ánimos, de merecidos cumplidos y oportunas correcciones.

Cumplido tu paso te fuiste a iluminar el occidente, a compartir orientes, a recibir e instruir otros más que tendrán como ejemplo los pasos que nos enseñaste a marchar.

Hoy te has ido dejando silencios. Recuerdo tu familia, gracias; tus luces, gracias; tu tiempo, gracias; tus palabras, tus bromas, el ejemplo de tu trabajo, tu incansable paso, tu férrea disposición, tu intachable persona, tu humanidad, tus deseos, tus saludos, tus despedidas… Gracias, por todo, gracias.

“Descansa mi hermano, descansa; descansa mi amigo, descansa; descansa Héctor, “pollo”, descansa; tu trabajo ha terminado, de lo demás, de lo que falta, a quienes dejas atrás para luego alcanzarte, nosotros nos haremos cargo. Descansa.”

Ignea Natura Renovatur Integra. Maestro Héctor Arturo Pollano Fregoso, hasta siempre, descansa en Paz. Virtus Junxit Mors Non Separabit.