Iniciación ¿Para qué?

Asumimos que la Orden Masónica es una Orden Iniciática, una Escuela Iniciática; por lo tanto, se encuentra en contacto con aquello que llamaremos misterios tradicionalmente; misterios menores y misterios mayores primordialmente. Asumimos también que los miembros de la Orden en cuestión son iniciados ¿En qué? En los misterios y secretos recreados en la Orden a través de un proceso que llamaremos ritual. Independientemente de los grados o del avance de los iniciados, tenemos por cierto que quienes pertenecen a la masonería son individuos que pasaron por un proceso llamado iniciación ¿Para qué?

Una persona, la que sea, se encuentra en posibilidades plenas de conseguir su desarrollo independientemente de si ha sido iniciado o no. Una persona puede vivir, tener satisfacciones, éxitos y reconocimiento sin extrañar esto que llamamos iniciación. En primer lugar porque si nunca ha experimentado una ¿Cómo podría echarla de menos? Las probabilidades de que una persona vaya por la vida diciendo “Ojalá fuera un iniciado” son realmente pocas.

¿Cómo poder anhelar algo que no se conoce? ¿Cómo poder sospechar sin ningún indicio claro que algo así puede existir? El anhelo y el deseo convertidos en narrativas claras, en atributos, se aprenden. Por ejemplo ¿Cómo puede una persona anhelar ser amado cuando no ha conocido lo que es eso? Conoce la existencia del idilio, del romance, a través de una emoción, a través de un sentimiento inspirado en los ejemplos de sus iguales, en la música, en la literatura, en el arte en general, en la necesidad de intimidad socializada de los seres humanos actuales. Estas mentirillas blancas, que traducen un impulso natural real y concreto, van perfilando este concepto individual de algo tan abstracto como es el amor que, por cierto, no es lo mismo que el proceso de enamoramiento en ninguna de sus dimensiones biológicas, psicológicas, culturales o sociales. De la misma manera, el razonamiento y verbalización del dolor o el sufrimiento pasa por los mismos procedimientos. Aprendemos a manifestar dolor y sufrimiento de determinada forma en un intento de socializar, de manera correcta y aceptada, un impulso natural.

Ahora bien ¿Qué pasa con la iniciación? ¿Con el proceso iniciático? ¿Qué impulso o fuerza manifiesta, en necesidad de verbalización o socialización, busca satisfacción a través de éste proceso? Cualquiera puede vivir sin experimentar una iniciación, por lo menos una iniciación ritual en éste caso. Si nos aventuramos a decir que es la satisfacción del deseo de espiritualidad o de vida espiritual estaríamos en un error. Cualquiera puede vivir su dimensión espiritual de vida sin necesidad de pasar por éste procedimiento. La vida espiritual y la dimensión espiritual del hombre preceden la iniciación. La vida espiritual no se inaugura con la iniciación, no depende de la iniciación. Al contrario, la iniciación depende de la dimensión de la vida espiritual de las personas, entonces ¿Para qué? Puedo tener y acceder a una vida perfectamente plena y satisfactoria sin necesidad de iniciarme.

De otra manera ¿Es la iniciación un procedimiento que mejora nuestra vida en algo? Porque posiblemente ésta sea la situación ¿No? Buscar el procedimiento iniciático porque pensamos que a través del mismo accederemos a otros niveles de bienestar. Después de todo, también hay mucha literatura y mitología al respecto. Por ejemplo: Para que Hércules pueda acceder al Hades tiene que experimentar un procedimiento iniciático relacionado con Eleusis. Pero, en éste caso, Hércules ya era Hércules y estaba por terminar los famosos trabajos asignados. La iniciación no lo vuelve Hércules, sólo le permite descubrir el acceso al Hades como el paso necesario para terminar un trabajo. Sin éste trabajo, Hércules no se inicia, no aspira a la iniciación. Las leyendas sobre el proceso iniciático abundan, y desbordan imaginación dependiendo de la narrativa que se utilice para contarlas; sin embargo, quedan en la esfera de la mítica, del cuento, de la ficción o en el mejor de los casos de la alegoría. ¿Para qué entonces aspirar a someterse al procedimiento iniciático?

No es necesario para la vida espiritual, no confiere poderes ni dominios sobrenaturales por sí misma, no os lloverán dones inmerecidos y por los cuales nunca habéis trabajado ¿Entonces? Iniciación ¿Para qué? ¿Qué gano con esto? Esta última pregunta tiene respuestas bien concretas y no siempre agradables porque no se ajustan a la expectativa fantástica.

¿Qué gano? Responsabilidad. Gano deberes que antes no tenía; adquiero compromisos que no tenía y mucho menos sospechaba. Después del procedimiento voy a tener que destinar tiempo, voy a tener que destinar recursos materiales, voy a tener que esforzarme más allá de lo que me esforzaba, voy a tener que renunciar a cosas que inclusive me hacían feliz antes de iniciarme, voy a tener que sacrificar varios aspectos de mi vida personal. Si quiero ser congruente con esto que se llama iniciación voy a tener que estudiar más de lo que normalmente hacía y, además de muchas otras obligaciones, renuncias y aspectos varios, voy a tener que, si soy congruente, someterme a la constante observación de mis propios actos y palabras. Entonces ¿Qué gano? ¿Para qué?

Esto es especialmente delicado y de alguna forma explica en muchos casos la deserción posterior, pues a muy pocas personas les agrada trabajar y esforzarse más de lo que acostumbran para no ganar nada, al menos en el corto plazo; esto no sólo hablando de la Orden Masónica. Las expectativas de acceder a la fantasía inmediata son muchas, reales e inspiradas en ficciones mal entendidas. Seamos sinceros, quienes intentan el budismo esperando trascender en la primera meditación, quienes buscan transmutar el plomo en oro en el primer intento, quienes creen que la primera recreación del fetiche les granjeará dominio perdurable, o quienes buscan facultades repitiendo mecánicamente; son los mismos quienes esperan conseguir salud y capacidad física con inconstantes idas al gimnasio, con dietas absurdas; son los mismos quienes esperan reconocimiento extraordinario por un trabajo mediocre o riquezas expeditas e inconmensurables por esfuerzos mínimos y metodologías fantásticas.

Entonces reitero ¿Para qué? Nuestras acciones y decisiones encuentran origen también en ámbitos diferentes a la recompensa. Por ejemplo ¿Para qué casarse? ¿Para qué hacer un compromiso que involucra comunión con otro que efectiva y realmente está fuera de nuestro control? ¿No sería más fácil la conveniencia de una convivencia ocasional? Dejemos la norma social ¿Por qué las parejas se casan? ¿Por qué se esfuerza el estudiante? ¿Por qué el ser religioso se apega y comulga? ¿Por qué la gente tiene hijos? ¿Por qué hace arte la humanidad? No se gana nada concreto ni inmediato. Los casados pierden; si son fieles, congruentes y honran su compromiso; ocasiones de placer, para empezar. El estudiante bien podría ponerse a trabajar y ganar dinero en cualquier actividad a la mano. El religioso podría hacer lo que le venga en gana y dejar de “perder” el día que consagra. Los padres ceden libertad, economía e invierten emocionalmente en una “apuesta” llamada descendencia. El arte tiene una “utilidad” excesivamente limitada (por eso es arte y no propaganda) ¿Qué gana uno?

Tal vez ese sea el punto, que lo que se gana trasciende los límites del ahora contable, de la fiscalización de utilidades programadas. Tal vez, quienes buscan y terminan sometiéndose al proceso iniciático y deciden honrarlo realmente no están buscando ganar, o no están buscando una utilidad concreta que pudiera expresarse en forma de saldos y abonos. Podríamos citar autores que hacen mejor justicia a los motivos de la iniciación; sin embargo, creo que los motivos personales son los realmente importantes. También puedo decir que depende intrínsecamente de la búsqueda de cada quien, de las intenciones de cada cual, la manifestación de ésta voluntad, de ésta decisión de vida.

Cierto es que hay un impulso, una fuerza que empuja y conduce al ser a éste tipo de búsqueda, y es la búsqueda la que precede la iniciación. Sin búsqueda no hay iniciación, pero la iniciación no complementa la búsqueda, no la soluciona, ni mucho menos la satisface; pero revela los medios precisos para alcanzar esta satisfacción. Entonces ¿Se inicia uno por estar en insatisfacción? Si la insatisfacción tiene que ver con eso que llamamos eternidad, muy probablemente.

La iniciación es una manera de acceder, sin duda, a campos y esferas que no conocemos, que a veces sospechamos, pero de los y las cuales no tenemos certeza y, es justo decir, que es sólo la puerta. Cruzarla no es garantía de nada, pues lo importante es lo que pasa después y eso, de una u otra forma, depende enteramente de quien decide cruzar y adoptar lo necesario. No porque gane algo, más bien porque precisamente busca algo más allá. Porque es, tal vez, acceder a un ámbito en donde se busca ser mejor, por el hecho de ser, por el hecho de poder, por el hecho de demostrarse a sí mismo, de buscarse a través de la propia conciencia, a través de eso que llamamos sagrado. Porque satisface lo indecible y busca un orden trascendente a las normas, entendimiento y comprensión de dimensiones de la propia vida; que están ahí, pero no encuentran expresión y exigen, ante todo, un comienzo, una génesis, una manifestación y, sin duda, una vocación.

Write a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *